Viscosa

Las fibras de viscosa se fruncen con cada lavado. Cuanto más caliente es el proceso de lavado, más se fruncen las fibras. La superficie queda entonces áspera y la superficie suave y sedosa ya no queda como al principio. Por lo tanto, los conjuntos de viscosa deben plancharse después de cada lavado: preferiblemente del revés y con un trapo húmedo entre medias. Si no se excede la temperatura máxima recomendada durante el lavado y se prescinde del centrifugado, las fibras recuperarán su forma y longitud originales.